Está ocurriendo: un movimiento espontáneo de un colectivo que ha sufrido. Consistente en la desobediencia a los postulados que casi nos llevan a la muerte y nos hicieron morir en vida. Un movimiento formado por conciencias individuales que, en soledad, tiraron la medicación por el retrete en un gesto suicida, cansados de todo y, sorprendentemente, recuperan la salud hurtada por años de hospitales, farmacia y marginación. Descubrimos que nuestros cuerpos recuperan kilos, los huesos de la cara se rellenan de piel, que nuestros órganos vuelven a la vida. Sin medicación y sin la presión de los médicos, resucitamos. No hay presión alguna en este descubrimiento, no hay intereses detrás, sólo una sabiduria acorde con lo que no nos encajaba en la lógica de nuestras observaciones y pensamientos más profundos. Una vez que abandonamos la zona del terror, nos curamos el SIDA.
Luego, viene el descubrimiento de otro terror: la mentira corporativista y genocida de un sistema falsamente paternalista que, con sus muchos brazos, nos ahogó en un pantano de horror. Ahora sabemos que el sistema miente sin pudor, como un padre manipulador y que no duda en llevar a sus hijos a la muerte con tal de perpetuarse en el poder y defender así sus postulados erróneos, falsos y teñidos de avaricia cruel.
No hay manipulación que valga: nadie podrá con la conciencia individual de muchos. Por supuesto que habrá quien quiera beneficiarse de nuestro levantamiento, pero no podrán mancillar la fuerza de nuestro movimiento en pos de la vida en libertad y la salud. Aprendimos a creer en lo lógico y eso no se olvida. No hay marcha atrás. Ahora, sólo nos queda luchar para liberar a nuestros hermanos de sufrimiento. No pararemos hasta conseguirlo.
Abel Flores, diciembre 2008
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