sábado, 11 de octubre de 2008

TODOS REACCIONAMOS POSITIVO AL TEST ELISA DEL VIH



Todos reaccionamos positivo ante el test ELISA del VIH.


El investigador médico Dr. Roberto A. Giraldo está obteniendo sorprendentes resultados.

Roberto Giraldo. http://www.robertogiraldo.com/esp/index.html


Roberto Giraldo es médico y trabaja en el Laboratorio de Biología Molecular e Inmunología del Medical Cornell Hospital de New York. Tras más de 25 años dedicado al estudio de las inmunodeficiencias, es uno de los científicos que han desmentido la existencia del VIH y señala los factores ambientales y del tipo de vida como los factores responsables del stress celular que causan el S.I.D.A. Actualmente trabaja también junto con la Administración norteamericana en el diseño de experimentos que han de resolver la polémica sobre la existencia del supuesto VIH.

Durante los últimos 6 años he estado trabajando en un laboratorio de Inmunología clínica en un Hospital de una de las más prestigiosas Universidades de la Ciudad de Nueva York. Aquí he tenido la oportunidad de llevar a cabo personalmente y conocer en detalle los actuales tests utilizados para diagnosticar la presencia del VIH: ELISA, Western Blott y Tests de la Carga Viral.

1. Dilución del suero para el test ELISA.

El test ELISA testa los anticuerpos contra lo que se supone es el Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida Humana. Para realizar este tests, el suero sanguíneo de un individuo se disuelve en la proporción de 1:400, con un determinado diluyente. De acuerdo con el fabricante del kit del test, este diluyente contiene:

0,1% triton x-100, Suero de Bovino y Cabra (concentración mínima del 5%) y lisado de Linfocitos-T humanos (proporción mínima 1:7500). Conservantes: 0,1% de Ácido sódico1.

Esta dilución, extraordinariamente alta con respecto al suero (400 veces), me cogió por sorpresa. La mayoría de tests serológicos que buscan la presencia de anticuerpos contra gérmenes emplean suero sanguíneo neto (sin diluir). Por ejemplo los tests que buscan los anticuerpos de los virus de la hepatitis A y B, los de la rubéola, sífilis, histoplasma y cryptococos, por mencionar sólo unos pocos, utilizan el suero sanguíneo directamente (sin diluir). Sin embargo, para intentar evitar reacciones positivas falsas, algunos tests serológicos usan suero sanguíneo diluido; por ejemplo este es el caso de los tests que averiguan los anticuerpos de los virus del sarampión, varicela y paperas, los cuales utilizan una dilución de 1:16, para los citomegalovirus (CMV) 1:20 y para los Virus de Epstein Barr (EBV) 1:10.

La pregunta obvia es: ¿qué hace al VIH tan especial que para analizar el suero sanguíneo, necesite ser diluido 400 veces?. ¿Y qué pasaría si no diluyera este suero sanguíneo?.

2. Ensayando el test ELISA sin diluir el suero.

Para responder a estas preguntas realicé un experimento en un laboratorio médico en Yorktown Heights, Nueva York. Lo llevé a cabo utilizando el mismo kit del test más utilizado en los laboratorios clínicos de todo el mundo.

Primero tomé muestras de sangre que, a una proporción de 1:400, el resultado fue negativo con respecto a los anticuerpos del VIH. Después tomé las mismas muestras de suero sanguíneo y las analicé de nuevo, esta vez sin diluirlas, y el resultado dio en todas positivo.

Desde entonces he llevado a cabo 100 experimentos y obtuve siempre el mismo resultado. Incluso analicé mi propia sangre, la cual a 1:400 daba un resultado negativo. A 1:1 (no diluida) el resultado fue positivo. Debo mencionar que, a excepción de mi sangre, todas las muestras de los pacientes provenían de peticiones médicas solicitando el test del VIH. Por lo tanto es probable que la mayor parte de las muestras de sangre que analicé pertenecieran a individuos con alto riesgo de SIDA.

Según los laboratorios Abbot, el valor de absorción (intensidad de color amarillo),

aumenta en proporción a la cantidad de anticuerpos anti VIH-1, los cuales están unidos en cadena.

Me di cuenta de que los valores de absorción de las muestras daban negativo cuando se habían diluido (1:400) pero positivo cuando no estaban diluidas (1:1), tenían valores más bajos que las muestras que, diluidas, reaccionaban positivo en los dos tests: ELISA y Western Blott. Esto probablemente significa que la sangre que da un resultado negativo cuando se la diluye pero positivo cuando no esta diluida, tiene un nivel más bajo de anticuerpos que la sangre diluida que da doble positivo y, por lo tanto, seguramente dará negativo en el Western Blott. Sin embargo, no he tenido la oportunidad de comprobar esta hipótesis.

El gráfico siguiente ilustra como la sangre que reacciona negativamente para el VIH en una proporción de 1:400 siempre reacciona positivo a 1:1:

Realización del test ELISA para el VIH con dos diferentes concentraciones del suero sanguíneo de una persona.

(a) Resultados a 1:400

(b) Resultados a 1:1
9112324b G5 0.076 ---

9112324b G5 0.262 reactivo
9112325b H1 0.081 ---

9112325b H1 0.259 reactivo
9112326b H2 0.071 ---

9112326b H2 0.329 reactivo
9112327b H3 0.060 ---

9112327b H3 0.401 reactivo
9112328b H4 0.073 ---

9112328b H4 0.345 reactivo
9112329b H5 0.062 ---

9112329b H5 0.343 reactivo
9112330b J1 0.060 ---

9112330b J1 0.234 reactivo
9112331b J2 0.077 ---

9112331b J2 0.306 reactivo
9112332b J3 0.067 ---

9112332b J3 0.248 reactivo
9112333b J4 0.086 ---

9112333b J4 0.222 reactivo
La columna (a) indica los 10 resultados de las muestras que reaccionan negativo a una dilución de 1:400.
La columna (b) indica los resultados de las mismas muestras reaccionando positivo a la dilución de 1:1.

Es importante tener en cuenta que el test de anticuerpos del VIH Western Blott también necesita suero diluido. A pesar de que también contiene una inhabitual alta dilución, aquí este particular suero se diluye sólo en la proporción de 1:502. No he tenido todavía la ocasión de realizar este test con muestras no diluidas (a 1:1).

3. Debate.

Seguidamente expongo las tres explicaciones posibles de porque las muestras de sangre no diluidas siempre reaccionan positivo ante el test ELISA.

3.1. Todo el mundo tiene anticuerpos del VIH.

Está mundialmente aceptado que el test ELISA del VIH detecta anticuerpos contra lo que se conoce como el Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida. Y la empresa farmacéutica que comercializa los componentes del ELISA afirma que:

El Abbot HIVAB HIV-1 EIA es una Inmuno-Enzima cualitativa in vitro para la detección del Anticuerpo del Virus de la Inmunodeficiencia Humana del tipo 1 (VIH-1) en el suero sanguíneo y el plasma1.

Dado que todas las muestras de sangre no diluidas reaccionan positivamente en el test ELISA, un test que supuestamente analiza los anticuerpos del VIH, los resultados que presenta apuntan a que todos y cada uno de los humanos tienen anticuerpos del VIH, y por consiguiente sugiere que todo el mundo ha sido expuesto a los antigenos del VIH.

Esto significaría que todos nosotros hemos estado expuestos al virus considerado como la causa del SIDA. Las personas que reaccionan posititvamente incluso a la dilución de 1:400 deben ser los que han sufrido el nivel más alto de exposición a los antígenos del VIH. El resto de la gente -los que sólo reaccionan positivo con suero sanguíneo no diluido (a 1:1)- son los que seguramente se han enfrentado a una menor exposición al VIH.

3.2. Todo el mundo posee diferentes niveles de infección del VIH.

También está aceptado internacionalmente que una persona que reacciona positivamente ante los anticuerpos del VIH no ha estado sólo expuesta, sino que está infectada por un virus mortal que causa inmunodeficiencia. En consecuencia, las reacciones positivas de todos los sueros no diluidos significan que todos, o por lo menos todas las muestras de sangre que he analizado, incluyendo la mía, estamos infectados por este virus «mortal». Los que reaccionan positivo a la proporción 1:400 sencillamente sufrirían un mayor grado de infección «mortal» que aquellos que sólo reaccionan positivo mediante suero no diluido.

3.3. El test no es específico para el VIH.

Con los resultados que he presentado aquí se podría afirmar que el test utilizado para detectar anticuerpos anti VIH no es el específico para el VIH, como ha quedado expuesto anteriormente. Por lo tanto, deben haber más razones a parte de la infección por VIH, anteriores o actuales, que expliquen porqué una persona reacciona positivo. El test también da resultado positivo ante la ausencia del VIH.

La literatura científica ha publicado más de 70 diferentes razones que pueden provocar una reacción positiva, a parte de la actual infección por VIH. Todos estos condicionantes tienen como denominador común la estimulación de poliantígenos.

Abbott.Incluso los Laboratorios Abbott conocen perfectamente los problemas característicos del test ELISA, y afirman lo siguiente:

El EIA analizado sólo no puede utilizarse para diagnosticar el SIDA, ni siquiera a pesar de que las investigaciones sobre las muestras reactivas sugieran una alta probabilidad de que el anticuerpo anti VIH-1 esté presente.
y
Si bien para todas las aplicaciones, tanto clínicas como a la salud pública del EIA, el grado de riesgo de contraer la infección por VIH en una persona estudiada y el grado de reactividad del suero, pueden ser de utilidad para interpretar el test, estas correlaciones son deficitarias. Por lo tanto, en la mayoría de resultados que se consideran como seguros, sería apropiado investigar repetidamente las muestras reactivas con tests adicionales más específicos o realizar tests suplementarios.

Curiosamente, existen países como Gran Bretaña donde el diagnóstico del VIH se basa sólo en el test ELISA. No necesitan ni el Western Blott ni ningún otro test.

La única manera válida para establecer la sensibilidad y especificidad de un determinado test es empleando el «gold standard». Sin embargo, puesto que el VIH nunca ha sido aislado como una genuina entidad viral, no puede existir un «gold standard» para el VIH. La sensibilidad y especificidad de los tests de anticuerpos del VIH se han determinado, en cambio, basándose en la suposición de que el VIH es la causa del SIDA, de este modo:

Los estudios Abbot demuestran que: La sensibilidad establecida en base al supuesto predominio del 100% de anticuerpos del VIH-1 en pacientes de SIDA, se estima en un 100% (sobre 144 pacientes testados).
y
La sensibilidad establecida en base al supuesto predominio cero del VIH-1 en donantes elegidos al azar, se estima en un 99,9/o (sobre 4.777 donantes testados, elegidos al azar).

Actualmente no existe un standard reconocido para establecer la presencia o ausencia del anticuerpo VIH-1 en la sangre humana. Por lo tanto la sensibilidad se ha determinado a partir de diagnósticos clínicos de SIDA y la especificidad se ha establecido en base a donantes aleatorios.

Partiendo de que no hay evidencia científica de que el test ELISA sea específico para los anticuerpos del VIH, un test ELISA que reaccione a cualquier concentración de suero significaría la presencia de anticuerpos no específicos o poliespecíficos. Estos anticuerpos pueden estar presentes en todas las muestras de sangre. Son muy probablemente el resultado de la respuesta al estrés, no teniendo relación con ningún retrovirus, sin mencionar al VIH. En este caso, un test reactivo podría ser válido para medir el grado de exposición a factores estresantes o a agentes oxidantes.

La conclusión ineludible es que todas las reacciones positivas ante los anticuerpos del VIH son, sencillamente, falsos positivos. Si nadie es «positivo» en cuanto al VIH, las personas que reaccionan «positivo» ante el test ELISA lo hacen ante algo más que el VIH.

4. Propuesta para averiguar el verdadero significado de los tests «anticuerpo del VIH».

Para revelar el significado de estos tests, propongo un sencillo experimento: recoger sangre de tres grupos de personas y llevar a cabo el test de tres formas diferentes: con una alta dilución, no diluido y diluido utilizando una amplia gama de distintas concentraciones. El primer grupo estaría formado por personas sanas de muy diferentes edades; el segundo grupo lo constituirían personas pertenecientes al convencional «grupo de riesgo» del SIDA; el tercer grupo lo formarían personas con características clínicas relacionadas y no relacionadas con el SIDA. A todos los grupos se les realizaría los dos tests: ELISA y Western Blott.

Además, todas las muestras de sangre estarían sometidas al «test de la carga viral del VIH».

Los resultados de tales experimentos determinarían cual de estas medidas de test produce cada relación en un nivel individual de exposición a agentes estresantes o oxidantes. O si bien, los tests podrían ser rescatados como medida de un nivel individual de intoxicación.

Mientras tanto, y puesto que hay personas que están reaccionando positivo ante estos tests que no son específicos para el VIH, por favor, dejemos de etiquetarlos como «VIH positivos».

5. Agradecimientos.

Health Education AIDS Liaison (HEAL).Quiero agradecer a Albert Padovani, Director del Laboratorio Médico de Yorktown, el haberme permitido llevar a cabo en su laboratorio los experimentos descritos aquí, y por proporcionarme los reactivos para los tests. También agradezco a Tom Di Ferdinando, Director Ejecutivo de HEAL en Nueva York por haber editado el manuscrito de este escrito y por sus valiosas sugerencias.

Dr. Roberto A. Giraldo. Médico especialista en medicina interna, infecciosa y enfermedades tropicales. Miembro de la Junta de Directores del Grupo Científico para la Reevaluación de la Hipótesis VIH-SIDA y del Comité para la Educación sobre salud y SIDA (HEAL). Investigador independiente del SIDA. Autor del libro SIDA y Estresantes, New York City. E-mail: RobGiraldo@aol.com Página web: http://www.robertogiraldo.com/

Referencias.

1Laboratorios Abbot. Virus de la Inmunodeficiencia Humana tipo 1. FUVAB FffVI EIA. Laboratorios Abbott, 66-8805/R5, enero 1997.
2Epitope Organon Teknika. Virus de la Inmunodeficiencia Humana tipo 1 (fuV-1). I-UV-1 «kit» de Western Blott. PN201-3039 revisión número 6.
3Feinberg MA & Volberding PA. Ensayos sobre el virus de la Inmunodeficiencia Humana. En: Cohen PT, Sande MA y Volberding PA. Conocimientos básicos sobre el SIDA. Boston: Little, Brown and Company, 1994: sección 2.
4Pins MR. Teruya y Stowell CP. Ensayos sobre el Virus de la Inmunodeficiencia Humana y Definición del proceso: Resultados Pragmáticos y Técnicos. En: Cotton D y Watts DH. Aplicación Médica del SIDA en Mujeres. New York. John Wiley & Sons, 1997: 163-176.
5Metcalf JA, Davey RT y Lane HC. Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida: Tests serológicos y virológicos. En Devita VT, Curran J, Hellman S, et al. SIDA: Etiología, Diagnóstico, Tratamiento y Prevención. Cuarta Edición. Philadelphia: Lippincott-Raven, 1997: 177-196.
6Weiss SH. Laboratorio de detección de Infecciones Humanas Retrovirales. En: WORMSER GP. SIDA y Otras Manifestaciones VUF. New York: Lippincott-Raven, 1998:175-200.
7Papadopulos-Eleopulos, E., Turner V. & Papadimitrou JM. ¿Un resultado Western Blott positivo, es una prueba de infección por VIH?. Bio/Technology 1993; 11:696-707.
8Papadopulos-Eleopulos, E., Turner, V., Papadimitrou JM. & Causer D. Anticuerpos del VIH: Nuevas cuestiones y petición de su clarificación. Curr Med Res Opin 1997; 13:627-634.
9Hodgkinson N. La ciencia se equivoca con el «Test del SIDA» en el SIDA: El fracaso de la Ciencia Contemporánea. Un virus que nunca ha engañado al mundo. Londres: Fourth Estate, 1996:232-262.
10Johnson C. Factores conocidos que dan falsos-positivos en los resultados del test de anticuerpos del SIDA; Zenger's, San Diego, California, septiembre 1996a:8-9.
11Johnson C. ¿De todas formas, a quién pertenecen los anticuerpos?. Continuum (Londres). Septiembre/octubre 1996b; 4(3):4-5.
12Turner VF. ¿El test de anticuerpos del VIH confirma la infección por VIH?. Entrevista realizada por Huw Christie, editor de Continuum. Continuum (Londres) Invierno 1997/1998; 5(2):10-19.
13Shenton J. Falso-Positivo: Test erróneo y supervivencia a largo plazo. En: Falso Positivo: Descubriendo los Mitos que rodean al VIH y al SIDA. Londres: I.B. Tauris, 1998: 238-239.
14Giraldo RA. Ordeñando al Mercado. ¿Difundirán las Madres la fórmula W.H.O.?. Continuum (Londres) 1998; 5(4):8-10.
15Papadopulos-Eleopulos E. Reevaluación del SIDA - ¿Es la oxidación producida por los factores de riesgo, la primera causa?. Medical Hyphotesis 1988; 25:151-162.
16Giraldo RA. SIDA y factores estresantes U: Un Proyecto sobre la patogénesis del SIDA. En: SIDA y factores estresantes. Medellín, Colombia: Impresos Begón, 1997: 57-96.
17Papadopulos-Eleopulos, E., Turner, V., Papadimitrou JM. & Causer D. Aislar el VIH. ¿Realmente se ha conseguido?. El caso en contra. Continuum (Londres) 1996; 4(3):S1-S24.
18Lanka, Stefan. No se ha realizado una identificación viral. No se dispone de una clonación como prueba de aislamiento. Continuum (Londres) 1997; 4(5):31-33.
19De Harven E. Observaciones sobre los métodos del aislamiento retroviral. Continuum (Londres) 1998; 5(3):20-21.
20Wing MG. Fundamentos moleculares para el anticuerpo poliespecífico. Clin Exp Immunol 1995; 99:313-315.
21Snyder HW y Fleissner E. Especificidad de anticuerpos humanos ante glicoproteínas oncovíricas: Anticuerpos naturales reconocen antígenos dirigidos contra estructuras de carbohidratos. Proc Nat Acad Sci USA 1980; 77:1622-1626.
22Barbacid K., Bolognesi D. & Aaronson SA. Los seres humanos poseen anticuerpos capaces de reconocer glicoproteínas oncovíricas: Se demuestra que estos anticuerpos se generan como respuesta a la modificación que sufren las células ante las glicoproteínas, en lugar de ser una consecuencia tras la exposición al virus. Proc Nat Acad Sci USA 1980; 77:1627-1621.

Artículo publicado en el número 5, volumen 5, medio invierno del 1999, de la revista «Continuum».

¿Sirven para algo los recuentos de CD4?.

¿Sirven para algo los recuentos de CD4?.
Celia Farber


Traducción: Francisco Javier Manero Vargas.

Un «sin techo» sentado en la acera sostiene un cartel en el que ha garabateado: «Ayúdeme. Tengo SIDA. Sólo tengo 190 células T». En una reunión de un grupo de autoapoyo, la discusión giraba alrededor de las células T, como suele hacerlo a menudo. Las personas con VIH se apegan a sus recuentos de células T como a un marcador del tanteo -a más recuento, más tienes que vivir, supuestamente-. Una persona, tras otros detalles, cuenta su odisea de células T, recitando un vertiginoso espectro de números. «Mi último recuento fue de 267, pero el anterior fue de 340 por tanto realmente están bajando», dice un hombre, «pero lo gracioso es que me encuentro mejor que nunca». Otro hombre, con aspecto ciertamente saludable, alza la mano y anuncia provocativamente: «tan sólo me queda una célula T. ¡Pero esa puñetera es muy buena!». La habitación estalla en carcajadas; -una especie de alivio cómico frente al sin sentido médico- una habitación llena de gente ordinaria tratando de hacerse con una misteriosa jerga inmunológica.

Michael Ellner.«Se aterroriza a la gente con esos recuentos de células T», dice Michael Ellner, un consejero sobre SIDA de la ciudad de Nueva York, con algunas percepciones muy poco ortodoxas sobre el SIDA, es el presidente de este grupo de apoyo, HEAL (Health Education AIDS Liaison) [Enlace SIDA de Educación para la Salud]. «Le digo a las personas que los ignoren. No tenemos idea de lo que significan, entonces ¿por qué la gente se preocupa tanto por ellos?».

La mayoría de la gente que trabaja en el campo del SIDA estará vehementemente en desacuerdo con Ellner. Desde que el SIDA fue por primera vez reconocido como un Síndrome en 1981, el recuento de los linfocitos CD4, o igualmente llamadas células T-4 (medidas en células por milímetro cúbico), ha jugado un papel central en el SIDA, no sólo en esquematizar la progresión de la enfermedad, sino también en determinar todo, desde la investigación en medicamentos para guiar el tratamiento, hasta la mismísima definición del SIDA -quién lo tiene y quién no-. Esto siguió a la observación, hecha en los primeros años de la epidemia, de que las personas con SIDA parecían enfermar más a medida que sus células CD4 disminuían. Con un VIH tan misterioso -ocultándose en las células, matando células mediante todo tipo de mecanismos deconocidos, mutando rápidamente-, la célula CD4, sólida y cuantificable, pasó a ser en su lugar un punto de referencia alternativo.

La puedes ver, puedes observarla, medirla, y la esperanza era que los medicamentos de alta tecnología podrían reponerlas y curar la enfermedad. Sin embargo, ahora los investigadores están empezando a cuestionar el nexo absoluto entre los recuentos de CD4 y el SIDA. E incluso la mayoría de los inmunólogos expertos confiesan que están desorientados sobre el papel exacto de las células CD4 en el sistema inmunitario humano. La investigación ha demostrado que ciertas personas han permanecido saludables durante años con recuentos muy bajos. Algunas personas que ni siquiera dan positivo al VIH han mostrado recuentos bajos de células T -suficientemente bajos como para compararlos al SIDA-. Y el colmo llegó en la Conferencia Internacional sobre el SIDA del año pasado en Berlín, donde se revelaron los resultados del estudio Concorde. El estudio, que trataba sobre el uso a largo plazo del AZT en personas VIH-positivas pero asintomáticas, concluyó que, aunque el AZT era capaz de aumentar el nivel de células T, aquellos con más células T no estaban más sanos por ello. Hacia el final de la conferencia, casi una década después de que fuera elevado a la cumbre de la influencia inmunológica, el valor de los recuentos de células T fue desechado, en medio de promesas de que le reemplazaría un marcador nuevo y mejor.

Centers Disease Control (CDC).Paradójicamente, el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) revisó su definición del SIDA hacia enero de 1993 para incluir los recuentos de CD4. De acuerdo con la vieja definición, una persona no tenía SIDA hasta su primera enfermedad definitoria de SIDA. Sin embargo, mediante la nueva definición, cualquiera que sea VIH-positivo y tenga un recuento de CD4 menor de 200 tiene SIDA, independientemente de los síntomas. Un interlocutor de la «línea caliente» del CDC National AIDS, refiriéndose al informe médico general, explica la lógica al cambiar la definición: gracias a las drogas antivíricas y otras terapias, las personas han durado más tiempo sin desarrollar infecciones. Por tanto, la definición fue ampliada en un intento de incluir a todas las personas cuya salud estaba amenazada, debido a que sus recuentos de células T habían bajado hasta cierto nivel, incluso si no tenían infecciones. Presionado sobre el porqué el número fuese precisamente 200, el portavoz del CDC, Tom Skinner, dijo que reflejaba el consenso de varias asociaciones médicas.

Health Education AIDS Liaison (HEAL).El Servicio de Salud Pública de los EE.UU. todavía recomienda que los recuentos de CD4 sean vigilados cada tres-seis meses en todas las personas VIH-positivas, y muchos médicos todavía piensan que son un buen marcador del declive de la salud, además de ofrecer parámetros para las opciones de tratamiento. Sin embargo, muchas personas que son VIH-positivas están empezando a dar la espalda a los recuentos de CD4 como un indicador crucial. «Personalmente, no me lo voy a hacer más», dice una mujer VIH-positiva en la reunión del HEAL cuando la charla vuelve a los recuentos de células T. «No voy a dejar que un número me amenace de muerte nunca más». «Te bombardean», se lamenta un hombre con voz teñida de desesperación. «-Células T bajas, vas a morir- también yo lo siento. Tengo que pararme. Digo. ¿Cómo me encuentro? Estupendamente -entonces me olvido. Pero otras personas con este asunto de las células T, se vuelven locas. Y debido a ello hacen lo que sea, y toman lo que sea». La discusión en esta habitación es un microcosmos de la confusión real que asoma, aunque raramente se admite, sobre toda la investigación del SIDA. ¿Qué significan realmente los recuentos de células T? ¿Qué las hace subir y bajar? ¿Por qué las personas no se sienten mejor ni peor cuando los recuentos cambian, si es tan buen profeta para la enfermedad? Un hombre alza su mano. «Pregunté a mi médico: hay alguna correlación entre células T altas, células T bajas, enfermedad, salud? Dijo que realmente no lo sabía».

Peter Duesberg.La razón por la que las células T-4 llegaron a jugar un papel tan importante en el SIDA puede ser trazada desde las primeras observaciones que se hicieron sobre el síndrome. En 1981, los investigadores empezaron a encontrar que los primeros pacientes de SIDA casi no tenían células T-4. Más tarde, cuando se descubrió el VIH y se encontró que el VIH infectaba precisamente esas células, se concluyó que el SIDA era básicamente una enfermedad de deficiencia de T-4 causada por el VIH. Sin embargo, hoy, los investigadores han revisado radicalmente esta aproximación, basándose en la observación realizada por primera vez en 1987 por el escéptico del VIH: el Dr. Peter Duesberg, el cual sostenía que el VIH no mataba ni de cerca suficientes células hasta el punto de suponer un descenso. En su lugar, los investigadores están explorando la posibilidad de que varios «mecanismos asesinos de células indirectos» estén involucrados, y están proponiendo que el SIDA puede no ser un problema de supresión inmune, sino de un sistema inmune enloquecido, incluso posiblemente atacándose a sí mismo.

Se cree que el sistema inmune protege al cuerpo contra la enfermedad mediante una compleja interacción entre varias clases de células blancas, que atacan lo que perciben como un foráneo entrando en el cuerpo. Se hace una distinción entre dos brazos del sistema inmunitario: el brazo de células B y el brazo de células T. Mientras que los linfocitos B identifican a los invasores, comenzando el proceso de su destrucción creando anticuerpos, los linfocitos T se atan a los invasores y los destruyen. Se dice que los linfocitos T son la primera línea de defensa del sistema inmunitario. Hay dos tipos de células T que son rutinariamente medidas en el SIDA -los «T-ayudantes» (T-4s) y los «T-supresores» (T-8s), y se encuentran normalmente en una proporción alrededor de dos a uno. En la sangre de los pacientes de SIDA, en lugar de tener dos ayudantes por cada supresor, la proporción es la contraria. Esto pronto fue captado y designado como el sello de la enfermedad. Sin embargo, aunque la elevación de los T-8 fue considerada una vez como una mala notícia, hoy la teoría en sí misma se ha dado la vuelta, a medida que los investigadores encuentran muchos supervivientes a largo plazo con niveles de T-8 altos. «No comprendo cómo se llegó a esa noción de que los niveles altos de T-8 eran malos», dice la Doctora Pamela Jo Harris del Centro de Investigación Clínica del SIDA en Washington, D.C. «Desde el principio observamos que las personas con altos niveles de T-8s estaban muy bien. Hoy los investigadores especulan con la idea de que las células T-8 pueden estar haciendo el trabajo de los T-4 perdidos.

De lo que pocas personas se dan cuenta, frente a la barrera del SIDA y la jerga de las células T, es que la investigación sobre las células T es relativamente nueva. Cuando se hicieron las primeras observaciones allá en la mitad de los 80, las técnicas para contabilizar las poblaciones de linfocitos T acababan de ser desarrolladas. Fue un matrimonio de conveniencia entre algo que estaba siendo estudiado y una epidemia que evolucionó a su lado», explica Harris. «Estábamos empezando a comprender a las células T; por tanto, intentamos emparejarlas con la enfermedad. Y en algunos aspectos esto no hizo ningún servicio a las personas, ya que desvió a la gente de observar otros aspectos».

«Creo que, en general, hay una correlación entre un descenso en los CD4s y un declive de la salud, pero éste no es siempre el caso», dice el Dr. Joseph Sonnabend, un médico veterano del SIDA de la ciudad de Nueva York. «Hay muchas anormalidades en el torrente sanguíneo de las personas con SIDA -no sólo el recuento de CD4; todas las poblaciones de linfocitos están fuera de la norma-. Hay personas con un recuento normal de CD4 y continúan teniendo NPC (Neumonía por Neumocistis Carinii), por ejemplo. Y lo opuesto también es verdad: están aquellos con recuentos muy bajos que han permanecido relativamente saludables. Este problema es el problema que encontramos en toda la investigación del SIDA: que hemos estado operando en estos modelos muy simples de enfermedad, basados en asunciones que fueron realizadas sobre cosas que no podían saberse cuando se realizaron».

El Dr. Gene Shearer, un inmunólogo del Instituto Nacional de la Salud [National Institute of Health] en el filo de la navaja de la investigación del SIDA, está de acuerdo. «No puedes dar razón de todos los problemas del SIDA simplemente contando el número de células que han desaparecido».

Sin embargo, Sonnabend defiende la práctica de vigilar las células T: «Te dice algo», dice, «y, lo más importante, te ofrece guía en términos de profilaxis contra la NPC, que suele ser la principal asesina de las personas con SIDA». Quizás sea éste el quid de la questión, la razón que dan los médicos y las organizaciones del SIDA para testar las células T de uno: si se encuentra que están bajas, se deberían tomar ciertas medidas preventivas.

Se ha organizado una ferviente campaña alrededor de este concepto, conocida como «actuación precoz». La idea es que si eres VIH-positivo y tus células T descienden de forma constante, ciertos medicamentos pueden actuar como sustitutos. En 1989, el gobierno recomendó la terapia con medicamentos para el SIDA poderosos, tóxicos, como el AZT, para un recuento de 500 o menor. Las actuales directrices gubernamentales establecen que cualquiera con un recuento de células T por debajo de 200 debería tomar medicación anti-NPC permanentemente. Los críticos han apuntado, sin embargo, que muchas personas han vivido durante años con recuentos muy por debajo de 200 y no han desarrollado NPC, y que algunas personas que han tomado las drogas profilácticas, que son a menudo bastante tóxicas, a pesar de ello han cogido la enfermedad. «El punto fronterizo de 200 realmente anima a las personas que están justo por encima de 200 células CD4 y están bastante enfermas», dice Harris, refiriéndose a la nueva definición de SIDA, «y a la inversa, hace sentir a las personas que tienen menos de 200 que están muriendo, cuando pueden tener diez o más años de salud frente a ellos. Creo que hemos comentido el error de atribuir «todo bajo el sol» a los niveles de CD4, básicamente porque tuvimos una escasez de información», dice Harris.

«En mi práctica, he visto a un montón de personas que han estado con menos de 50 células T durante años, que están bien. Es verdad que, hablando en general, estás más amenazado de alguna infección oportunista si tus células T están por debajo de 200, pero eso es tan sólo una de una tremenda cantidad de variables, la mayoría de las cuales no hemos identificado. Una bajada de células T por sí misma no es razón para el pánico. Ni un aumento en las células T una razón para estar entusiasmado. Creo que la gente de la comunidad tiene una mejor perspectiva sobre esto de lo que tienen algunos académicos».

El autor e inmunólogo Ed Golub, coincide. «Cuando llegó el SIDA hubo una creencia religiosa de que necesitabas una «función ayudante» y que las células CD4 proporcionaban esa «función ayudante», que el sistema inmunitario estaba a punto de estallar y que si le quitas un poquito de funcionalidad vas a suprimir ese incremento de la inmunidad. Bien, no necesariamente. El sistema inmunológico es increíblemente complejo, y aunque hemos examinado las partes, realmente no tenemos idea de cómo las partes se enlazan en el cuerpo. Estábamos equivocados -el sistema inmunológico no protege-. Y uno de los argumentos que he utilizado es que puedes eliminar el 90 por ciento de las células CD4 y las personas aún están bien; por tanto, éstas deben estar ahí por alguna otra razón, pero la pregunta obvia es: ¿si están decayendo, qué otra cosa va mal?».

El Dr. Haynes Sheppard, inmunólogo, investigador del SIDA en el Departamento de Servicios de Salud del Estado de California [California State Department of Health Services], apunta que de hecho el recuento normal de CD4 en la población no infectada varía enormemente -desde tan bajo como 300 a tan alto como 2000-. «Lo que habitualmente oyes es que lo normal son 1000», dice Sheppard. «Sin embargo, 1000 es la media de la distribución normal de los recuentos de CD4, la cual presenta una curva que comienza en 400 y llega hasta 2000». Continúa, «Lo que es importante y lo que siempre ha sido un marcador de la progresión inmune es la tasa en la que se pierden las células CD4. Alguien que pierde la mitad de su recuento original en un año, está progresando más rápidamente que alguien que pierde un 10 por ciento». Pero, le pregunté, ¿la persona que empieza con 500 está «más inmunosuprimida» que la persona que comienza con 1000? «Bien, eso es algo que estamos comenzando a estudiar, si una persona normal antes de la infección por VIH, si su recuento normal de CD4 está cercano al límite bajo de la distribución, ¿progresará al SIDA más rápidamente? No le puedo dar una respuesta porque realmente aún no hemos examinado los datos desde esta perspectiva. El director de mi laboratorio es un ejemplo perfecto», dice Sheppard. «VIH-negativo, hombre de 50 años perfectamente normal. Medimos sus recuentos como control rutinario y está casi siempre alrededor de 400. Y si se infecta con el VIH mañana, sería un candidato para la terapia con AZT, previa a cualquiera que fuera su progresión».

En 1992, el descubrimiento de los casos de la llamada linfocitopenia idiopática de CD4s (LIC), por la cual las personas son severamente inmunosuprimidas e incluso mueren, aunque no estén infectadas por el VIH, hizo que los investigadores miraran más de cerca las proporciones de células T de las personas VIH-negativas. Los casos de LIC sirvieron como recordatorio de que la inmunosupresión severa puede ocurrir independientemente del VIH y que las personas VIH-positivas no son las únicas con recuentos bajos de células T-4.

El Dr. Robert Root-Bernstein dedica varios capítulos a las causas del descenso de las células T no relacionadas con el VIH en su libro Rethinking AIDS (Free Press). Registra la literatura médica y encuentra tasas de células T idénticas a las de los pacientes de SIDA en muchas categorías de pacientes de cáncer, pacientes trasplantados, usuarios a largo plazo de drogas intravenosas, niños con deficiencias inmunitarias congénitas, personas que sufren de malnutrición, receptores de transfusiones sanguíneas, personas recién operadas o sometidas a anestesia, por nombrar unas pocas.

El descenso de las células T ha sido también correlacionado con la ansiedad y la depresión, que son factores obvios en las personas a las que se les ha diagnosticado SIDA.

El Dr. James Mosley del Grupo de Estudio de Seguridad en las Transfusiones [Transfusions Safety Study Group] presentó una ponencia en la Conferencia del SIDA de 1993 que exploraba los recuentos de CD4 de los americanos VIH-negativos. Tras testar más de 2000 muestras de sangre recogidas en 1985 para seguir las infecciones por VIH relacionadas con trasfusiones de sangre, Mosley encontró algunas personas sanas que tenían recuentos tan bajos como de 200 y propuso que un recuento de 300 debería entrar dentro de los parámetros de un recuento «normal». Mosley dijo a SPIN: «Nadie ha mirado de forma particular a personas no infectadas con tasas menores de lo normal. Nosotros las hemos observado durante un período superior a seis años y han tenido problemas de salud que pudieran estar relacionados con una deficiencia inmune. Todo el mundo asume que un recuento bajo de CD4 significa necesariamente deficiencia inmune. No es cierto». Los estudios han mostrado que los recuentos de CD4 pueden diferir según el sexo, la edad, la raza e incluso la hora del día.

Una estimación establece que el recuento de CD4 puede fluctuar desde un 35 a un 74 por ciento a lo largo de un día. Un estudio demostró el descenso de las células T con la edad. Los niños tienen recuentos de células T mucho más altos que los adultos. Niños nacidos de madres VIH-positivas han muerto, a pesar de que sus células T estaban por encima de 1.000. Otro estudio reciente mostraba que los recuentos de CD4 son marcadamente mayores en mujeres que en hombres, y mayores en fumadores que en no fumadores.

Aunque los individuos tienden a contener la respiración por cada una de sus células T, los laboratorios que las cuentan son bastante imprecisos. Un estudio presentado en la Conferencia Internacional del SIDA de 1993 estudiaba las variaciones entre los recuentos de CD4 de la misma sangre, en laboratorios diferentes. Nueve de veinticuatro pacientes estudiados tuvieron tal diferencia en los recuentos entre los diferentes laboratorios que los resultados podrían llevar a diferentes recomendaciones de tratamiento. Tres de esos nueve entraban dentro de la definición revisada del CDC sobre el SIDA, de acuerdo con algunos resultados de laboratorio, pero no tenían SIDA de acuerdo con otros.

Un estudio reciente en la Revista de la Asociación Médica Americana [Journal of the American Medical Association] describe a un grupo de personas VIH-positivas en Brasil que tenían recuentos de CD4 muy altos -por encima de 1000- y aún así morían de SIDA. Estaban todos coinfectados con otro virus, el HTLV-1, que provoca la proliferación de las células CD4. Durante todo el estudio, sus recuentos permanecieron altos -tan altos como 1000- y su salud empeoraba. Los autores concluyeron que «para este grupo, la mayor media en el recuento de linfocitos CD4 no parece proporcionar un beneficio inmunológico».

Denny, de 36, ha permanecido VIH-positivo, con células T descendentes y prácticamente sin síntomas, durante los últimos diez años. Su historia ilustra la confusión y la «montaña rusa» emocional de la mayoría de las personas en el mundo que se enfrentan a diagnósticos de SIDA. «Testé positivo a los anticuerpos en 1985. Alrededor del comienzo de 1991 empecé a tener un montón de infecciones de garganta y amigdalitis. Por lo que me testaron las células T. Estaban en 532. Cuatro meses más tarde, eran 304, dos meses más tarde, 428». Las células T de Denny continuaron descendiendo, Sin embargo, después de una amigdalectomía, se mantiene libre de síntomas. Hoy, tiene 59 células T. «Lo curioso», dice, «es que la única vez en la que he estado enfermo, antes, cuando tuve todas esas infecciones de garganta, mis células T eran 496. Desde entonces no he tenido ninguna enfermedad seria. Ciertamente, ninguna infección oportunista. Mis células T-8, por otra parte, han subido hasta 2500. Solía ocurrir que si tus T-8s subían mucho pensaban que era realmente malo, sin embargo, ahora están diciendo que es bueno». Mientras tanto, Denny continúa desafiando las creencias prevalentes sobre las células T-4 bajas y el SIDA. «Debido a todo este mito en los medios de comunicación sobre las células T», dice, «tengo algunas preocupaciones, pero no creo que sean tan importantes como la gente pueda pensar, aunque no me importaría tenerlas un poco más altas, simplemente para estar en el lado seguro».

Este artículo se publicó por primera vez en la Revista SPIN, Nueva York, Primavera 1994.

Contacto: Celia Farber, 2211 Broadway, Apt. 3A, New York, NY 10024 EEUU.

Artículo publicado en el número 38 de la revista «Medicina Holística». Edita: Asociación de Medicinas Complementarias.
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Enric Costa ¿Transmisión sexual VIH?

¿Transmisión sexual?.

¿Qué hechos le hicieron pensar que no se trataba de un virus infeccioso?.

En los años ochenta dirigía una consulta de medicina general a la que acudieron los para mí primeros ciudadanos identificados con la «nueva enfermedad infecciosa». Por entonces sólo disponía de la información oficial difundida por los media. Llamó poderosamente mi atención que los primeros dieciocho casos de seropositivos que se presentaron tenían pareja estable, como mínimo desde dos años antes de hacerse la prueba, y en algunos casos desde ocho, doce y hasta dieciocho años. Sin embargo, estos seropositivos no habían contagiado ni a su pareja estable ni a los hijos en común. Si este virus se contagia por el sexo... ¿cómo se podían explicar estos casos? para ver más