lunes, 9 de marzo de 2009

Mientras 42 millones de mujeres, niños y hombres en el mundo están marcados como portadores del VIH-Sida

Mientras 42 millones de mujeres, niños y hombres en el mundo están marcados como portadores del VIH-Sida, y las naciones invierten miles de millones de dólares en costosos medicamentos, los medios de comunicación de masas siguen promoviendo el sexo sin responsabilidad, ...

la promiscuidad como forma de vida y se niegan a informar de manera sistemática sobre un tema que, supuestamente, mata a un poco más de tres millones de personas al año.

¿Será que los ejecutivos mediáticos saben algo que el resto de la humanidad desconoce? ¿Será que el silencio favorece la desinformación, genera una descontextualización, promueve la manipulación, reproduce prejuicios y, por encima de todo, favorece algunos intereses económicos?

Justamente, en este campo hay un fenómeno comunicacional que se viene produciendo en el sector de la superautopista de la información: las páginas web relacionadas con una visión crítica y/o analítica del VIH-Sida difícilmente aparecen reseñadas en los buscadores electrónicos.?

Las noticias e informaciones que cuestionan los tratamientos en África, o ponen en duda los sistemas de detección en Australia, continente donde la tasa de infección es la más baja del mundo (¿los australianos se caracterizarán por una de las vidas sexuales más sanas del mundo?) no tienen cabida en los medios masivos de comunicación.

Cuando el tema se toca es para promover segregacionismo, generar angustia o, simplemente para apoyar la leyenda gay del VIH.

La pared del silencio

Más de 800 científicos y, entre ellos, dos premios Nóbel y tres miembros de la Academia Americana de Ciencias cuestionan tres aspectos importantísimos:

• la validez de los tests aplicados para detectar el virus,

• la efectividad de los tratamientos aplicados,

• la existencia misma del “retovirus”.

En un artículo publicado por Jesús García Blanca en Cádiz Rebelde, denominado SIDA: El genocidio silenciosos del Imperio, resume así la situación de la mentira:

Los descubridores del VIH reconocen que no han demostrado su teoría. Varias sentencias judiciales han recogido ese hecho crucial.

Los laboratorios fabricantes reconocen –y así lo advierten en sus folletos de instrucciones– que los tests de VIH son inútiles como diagnóstico.

Nadie ha explicado aún cómo el VIH destruye las defensas.

Los supuestos tratamientos antivirales producen exactamente las condiciones atribuidas al VIH.

Recientes investigaciones en los campos de la Inmunología y la Biología Molecular deslegitiman radicalmente los mecanismos de actuación de lo que se ha llamado SIDA.

Investigadores independientes explican de forma coherente y rigurosa los problemas de salud considerados como parte del Síndrome de Inmunodeficiencia y han propuesto tratamientos alternativos no agresivos que están funcionando con éxito en personas afectadas –incluso terminales.

De nuevo la interrogante: ante tales afirmaciones ¿por qué el silencio mediático?

El negocio de los tests

El primer tema es el relacionado con los instrumentos para detectar la infección.

Se trata de tres tests y todos buscan básicamente una proteína llamada P24, a la que se considera como el aislamiento del virus. Pero se ha detectado también en otros desórdenes del sistema inmunitario: en uno de cada 150 individuos sanos, en un 13 por ciento de las personas con verrugas (una condición que indica una debilidad del sistema inmunológico) y en un 41% de los pacientes con esclerosis múltiple.

También las exposiciones a la esperma humana, especialmente cuando ha penetrado por la vía anal, establece una reacción a los anticuerpos. Eso también da falsopositivos.

Finalmente la malnutrición severa, la malaria y las infecciones múltiples también pueden arrojar datos equivocados.

Dichos tests son:

• El ELISA (Enzyne Linked Immuno Sorban Assay) utilizado como herramienta básica para hacer el primer descarte.

En Estados Unidos es el básico, pero en Gran Bretaña está descartado por considerarlo “poco fiable”.

Los Laboratorios Abbott en un informa señalan:

“El ELISA analizado solo no puede utilizarse para diagnosticar el SIDA, ni siquiera a pesar de que las investigaciones sobre las muestras reactivas sugieran una alta probabilidad de que el anticuerpo anti VIH esté presente”.

A esto el Dr. Robert Giraldo, infectólogo, especialista en enfermedades tropicales, investigador de una universidad neoyorkina, publicó en la revista Continuum, No. 5, que “esos anticuerpos pueden estar presentes en todas las muestras de sangre. Son muy posiblemente el resultado de la respuesta al estrés, no teniendo relación con ningún retro-virus, sin mencionar el VIH”.

Cada país puede modificar el umbral de reacción por lo que los resultados arrojados en Inglaterra, donde dicho umbral es más alta que en España, indicaría que allí hay menos infectados. Y en naciones como Australia, donde el límite es todavía más elevado, la población oficialmente infectada es muchísimo menor.

• El Western Blot: Utilizado para confirmar los datos arrojados por el ELISA.

En Gran Bretaña está prohibido desde 1992 por consideráresle poco fiable porque porque el laboratorio Virus de Londres, dirigido por el Dr. Mortimer, llegó a la conclusión de que planteaba demasiados problemas.

Según los estudios realizados en la Universidad de Australia, publicados en la revista Biotechnology de Nueva York en junio de 1993, el Western Blot da reacciones cruzadas con otras enfermedades como la malaria, la tuberculosis, las infecciones múltiples, las hepatitis, la lepra y la desnutrición. Con todas da positivo, y casualmente esas son las llamadas “enfermedades de la pobreza”

Pero también da positivo en quienes padecen de artritis, o en aquellas personas que han tenido relaciones anales e incluso en los que tienen verrugas.

Incluso, en un video censurado por la Televisión Española (TVE) un equipo de investigadores del Royas Perth Hospital encontraron trabajos donde la aplicación de este test dio positivo en tribus amazónicas sanas y también en perros.

• Los tests de antígeno de virus y carga viral

Éste es quizás uno de los temas más curiosos. En un congreso realizado en la ciudad de Ámsterdam se presentaron múltiples casos de SIDA sin virus, es decir una enfermedad infecciosa sin el agente causal. Es como decir tuberculosis sin el bacilo de Koch, o hepatitis sin el virus de la hepatitis.

Por eso, terminado el evento, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos decidió que a cada caso de Sida que no se le encontrara el virus lo iban a llamar “linfocitopenia idiopática”, vale decir que no tienen claridad sobre su origen.

Pero ¿si se sabe de su falta de con-fiabilidad, por qué se insiste en aplicarlos?

En primer lugar porque es un gran negocio de los laboratorios que los fabrican.

En la punta del iceberg, está la venta de los kits de prueba, pero el grueso de la ganancia está en los resultados, porque mientras más personas se detecten infectados, más clientes se tendrán para someterlos a los famosos cocteles de pastillas y medicamentos.

Y se les llaman cocteles porque viene un medicamento para contrarrestar un síntoma, pero como el uso del referido producto trae consecuencias nefastas, entonces hay que suministrar paralelamente otro con la idea de disminuir al máximo las reacciones al primero, y se hace una cadena. Entonces el mercado crece, ya no se vende un solo medicamento, sino un combo.

Finalmente, el negocio crece cuando los tests indican que en el Tercer Mundo el VIH está matando millones de personas, porque los organismos internacionales manifiestan su apoyo y solidaridad y dedican muchos millones de dólares para donativos en medicamentos que atenúen el mal. ¿Y quienes se lucran? Los laboratorios ven crecer sus cuentas corrientes

Tanto es así que para diagnosticar a alguien como seropositivo hacen falta: 4 bandas en Australia, 3 bandas en Estados Unidos y Canadá, pero sólo 1 ó 2 en África, es decir es más fácil estar infectado en África que en Australia.

De paso, si a un desnutrido se le dan los antiretrovirales, lo más seguro es que lo conviertan en una víctima muerta en menos tiempo, y a la vez se va diezmando la población dejando libre el camino para alcanzar con menos oposición interna las riquezas naturales con las que no cuentan las naciones industria-lizadas.

Alfredo Embid, en un trabajo publicado en la red, La invención de la epidemia de SIDA, señala algunos de los síntomas tomados en África para dignosticar la enfermedad: “si tiene diarrea, adelgazamientos, también se tiene SIDA; si tiene diarrea, fiebre y tos, tiene SIDA...”, o sea que la mayoría de los hambrientos, de los más pobres, entran en esta cate-goría.



Esta afirmación se ve respaldada cuando el Departamento de Población y Recursos Humanos del Banco Mundial comparó los estragos de la epidemia del SIDA y de la peste bubónica del siglo 14 y concluyó que el SIDA beneficiará a África: “Con cualquier modelo económico realista, si la única consecuencia de la epidemia del SIDA fuera la reducción de la población, el ingreso per cápita aumentaría”. Esa afirmación maltusiana se explica por sí sola.