lunes, 15 de diciembre de 2008

NO HAY EVIDENCIA ALGUNA DE QUE EL VIH DESTRUYA LOS T4

http://saludypoder.blogspot.com/2008/04/sida-y-ciencia-dogmtica-6.html
Se han formulado explicaciones alternativas

coherentes a los problemas de salud conocidos como “SIDA” que han dado ya resultados clínicos positivos y que podrían aplicarse a una enorme cantidad de problemas de salud fuera del marco estricto del SIDA.

La teoría oficial del SIDA –aceptada pero no demostrada- afirma que el VIH destruye las defensas, pretendiendo que las defensas son unas células llamadas “Linfocitos T4”.

En primer lugar, reducir la inmunidad a un tipo de células es una simplificación injustificable. La Inmunidad es un complejo conjunto de procesos en los que están implicados órganos, sistema nervioso, hormonas, células de diferentes tipos y en última instancia el organismo entero.

En segundo lugar, la Inmunidad no consiste solamente en la defensa frente a invasiones del exterior como suele creerse. En realidad, esa es sólo una labor puntual. La tarea más importante de la Inmunidad es la eliminación y reciclaje de un billón de células que perdemos cada día. Esta inmensa labor de crucial importancia para nuestra salud la realizan precisamente los Linfocitos T.

Ahora bien, ¿existe alguna evidencia científica o clínica de que los Linfocitos T estén siendo destruidos por un virus? Absolutamente ninguna. Para empezar ningún investigador ha conseguido explicar cómo se produce esta destrucción; tan sólo se han publicado suposiciones y reconstrucciones realizadas con ordenador. Pero las contradicciones no terminan aquí.

Los Linfocitos T se han clasificado en diferentes tipos según las diferentes funciones que realizan. Numerosos equipos observaron en los 80 y se confirmó en el 93 que la caída de T4 va acompañada de una subida de T8 mientras el total permanece constante. La cosa está bien clara: las células son las mismas, lo que cambia es la función que cumplen, pero en ningún caso han sido destruidas.

A mediados de los 80 tanto Gallo como Montagnier reconocían que el efecto destructivo del VIH sólo se observaba en células expuestas a agentes oxidantes. En 1991, Montagnier confirmó en un trabajo publicado en Virology que la caída de T4 en los pacientes se producía ANTES que se registrara actividad del VIH; que células con infección crónica no morían y en cambio sí lo hacían células NO infectadas pero estimuladas con agentes oxidantes. Hay que tener bien presente que los individuos pertenecientes a “grupos de riesgo del SIDA” están expuestos a diversos agentes oxidantes: antibióticos, nitritos, semen por vía anal, hemoderivados, corticosteroides...

Finalmente, un detalle importante: sólo entre un dos y un cuatro por ciento de los Linfocitos T circulan en la sangre lo cual quiere decir que las mediciones no tienen significado clínico; pero además este pequeño porcentaje se repliega a los órganos y médula ósea en situaciones de stress. Esto explica que haya numerosos seropositivos en perfecto estado de salud y con recuentos cero de T4.

¿Por qué es tan importante la oxidación?

Para comprenderlo, veamos como actúa el stress oxidativo. Hemos dicho que la Inmunidad tiene dos brazos: los Linfocitos T, encargados del reciclaje constante, y los Linfocitos B, que actúan puntualmente contra el exterior. Pues bien, agresiones psicológicas, traumáticas, infecciosas, nutricionales y tóxicas provocan un desequilibrio importante:


· por un lado estimula los Linfocitos B: esto hace subir el nivel de anticuerpos (con lo cual es fácil dar positivo a los test del SIDA) y activa las Proteasas y los Radicales Libres (dos mecanismos destructivos) provocando oxidación y un gasto energético extra, agotamiento de la reserva de antioxidantes y alteración de las paredes celulares con daños en el ADN;

· por otro lado desciende la actividad de los Linfocitos T, que se repliegan a la médula ósea y determinados órganos (lo cual hace que los recuentos de T4 indiquen bajada y se interprete por error que han sido eliminados por el VIH); pero lo más importante es que dejan de cumplir su labor de reciclaje con consecuencias muy graves: se acumulan restos de ADN y ARN celular (que al ser medidos con la técnica PCR se interpretan como “carga viral alta”); finalmente, el aumento de células muertas provoca una proliferación de gérmenes que viven habitualmente en equilibrio en nuestro organismo: hongos recicladores como el Pneumocistis Carinii (es lo que se interpreta equivocadamente como “enfermedades oportunistas”).

Si no se restablece el equilibrio, este mecanismo autoinmune puede llegar a matar a la persona. La tragedia es que, tanto el terror provocado paradójicamente por la Campaña Mundial “contra” el SIDA, como los tratamientos (antibióticos y antivirales) agudizan la intoxicación física y mental provocando la muerte del paciente.

Estos elementos son desarrollados por los recientes trabajos del Dr. Heinrich Kremer incorporando descubrimientos como el Óxido Nítrico y su papael de control de los sistemas celulares; las citoquinas y la subdivisión de las células inmunitarias en Th-1 y Th-2 –todo ello recogido en su libro “La silenciosa revolución del cáncer y el SIDA” publicado este año en Alemania por Raum & Zeit.

Estos son los argumentos correctamente expuestos.

Ahora sí podemos esperar una contestación de Garrido, de alguno de los participantes en el debate de ACP o de cualquier otra persona que quiera sumarse a la discusión.

Para finalizar, unas palabras sobre las “teorías conspiranóicas”:

¿Se ocultaba una conspiración tras el reciente golpe contra Chavez? ¿Acaso los analistas que acusan a los gobiernos norteamericano y español, a los medios de comunicación y empresarios venezolanos o al diario español El País de conjurarse contra Chavez son alquimistas, cazafantasmas o perseguidores de extraterrestres?

Quizá los pocos intelectuales honestos que han venido denunciando las tramas de poder tras la Guerra del Golfo, la de Yugoslavia, la de Afganistan o la inminente agresión contra Irak son vendedores de uñas de gato, echadores de cartas o santones televisivos.

Seguramente debemos considerar al propio James Petras un paranoico por sus escritos explicando la “contraofensiva imperial” o “quien manda en el mundo” y no digamos ya los recientes trabajos de Chomsky sobre el 11 de septiembre o su libro “Estados canallas” que seguramente hunden a su autor en los más negros abismos de la esquizofrenia o la manía persecutoria.

Quizá Garrido –y sus defensores- consideran que instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se crearon para distribuir justicia y combatir la pobreza en el mundo.

Quizá Garrido –y quienes le corean- consideran que el objetivo de los laboratorios farmacéuticos y de las Fundaciones de Rockefeller y Bill Gates es proteger la salud de los habitantes del planeta y sólo como una consecuencia involuntaria derivada de su meritoria labor obtienen unos dinerillos que por supuesto invierten en seguir ayudando a la humanidad.

Quizá Garrido –y compañía- piensan que los programas de abortos, esterilización y AZT para los países africanos son una forma de regular el crecimiento de la población de forma más civilizada que las guerras tribales y que la manipulación de cifras en las estadísticas de SIDA se hacen para conseguir recursos necesarios que de paso son administrados por bondadosas ONGs.

Quizá Garrido –y quienes comparten sus diatribas- crean que los profesionales de la salud no tienen tiempo de leer las publicaciones especializadas de su campo de trabajo porque están muy ocupados prescribiendo tests, mediciones de carga viral y tratamientos; eso explica que no se hayan enterado de la invalidez de los tests y de la toxicidad de los tratamientos; o quizá es que no informan a sus pacientes de todo ello para no perder tiempo y no bloquear aún más la sanidad pública.

Y así indefinidamente...

No sólo es una grave irresponsabilidad negar que el SIDA se apoya en complejas estructuras de poder. Desde el punto de vista de quienes luchamos para transformar la sociedad –entre los que no tengo ninguna duda que no se encuentra Garrido aunque sí muchos que lo aplauden sin pararse a pensar- constituye una obligación desenmascarar esas estructuras y no vamos a dar un paso atrás, al otro lado del límite que marca el Montaje SIDA, el dogma virtual del VIH.

Decía Chomsky hablando sobre el control de los medios de comunicación:

“Creo que la cuestión central no es simplemente la manipulación informativa, sino algo de dimensiones mucho mayores. Se trata de si queremos vivir en una sociedad libre o bajo lo que viene a ser una forma de totalitarismo autoimpuesto en el que el rebaño desconcertado se encuentra, además, marginado, dirigido, amedrentado, sometido a la repetición inconsciente de eslóganes patrióticos, e imbuido de un temor reverencial hacia el lider que le salva de la destrucción, mientras que las masas que han alcanzado un nivel cultural superior marchan a toque de corneta repitiendo aquellos mismos eslóganes que, dentro del propio país acaban degradados. Parece que la única alternativa esté en servir a un estado mercenario ejecutor, con la esperanza añadida de que otros vayan a pagarnos el favor de que les estemos destrozando el mundo. Estas son las opciones a las que hay que hacer frente”.

Me pregunto y traslado la pregunta: ¿Se considerará Garrido –y los que le aplauden- parte del rebaño desconcertado, marginado, dirigido, amedrentado y sometido? ¿Marchará quizá a toque de corneta repitiendo eslóganes de los CDC norteamericanos y reclamos publicitarios de los laboratorios? ¿O simplemente sirve a un estado mercenario ejecutor?

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