lunes, 29 de septiembre de 2008

MICRONUTRIENTES Y FARMA INDUSTRIA. Dr. Rath

El papel de los micronutrientes en la lucha contra las inmunodeficiencias, incluido el SIDA, es una cuestión de vida o muerte para millones de personas, y su destino no puede depender de cabriolas periodísticas ni de las campañas mundiales de propaganda de los grupos de presión de la industria farmacéutica.

Personalmente, invito a todos los pacientes de SIDA a que sigan de cerca este debate. Ellos, más que cualquier otro grupo de personas, dependen de que la información que se ofrezca sobre hechos biológicos fundamentales sea rigurosa, ya que ellos corren el riesgo de pagar con su vida cualquier información errónea. Por eso ya es hora de terminar con esta desinformación deliberada en relación con la epidemia del SIDA y, además, exigir a cualquier medio que trate el tema la responsabilidad de ofrecer información justa y precisa.»

Este debate público y las cartas publicas del Dr. Rath plantean inevitablemente otros asuntos importantes, entre ellos el dudoso papel que tiene la Fundación Gates en el mercado mundial del SIDA. La Fundación Gates está promoviendo intensamente una quimioterapia tóxica con antirretrovirales para los pacientes de SIDA y, al mismo tiempo, está destinando cientos de millones de dólares a inversiones estratégicas en la industria farmacéutica que fabrica estos fármacos patentados. Estas y otras actividades de la Fundación Gates han aparecido recientemente en un informe de investigación del periódico Los Angeles Times.

El aspecto más importante de todo esto, y que durante demasiado tiempo ha conseguido pasar inadvertido a la atención pública en el contexto del debate mundial sobre el SIDA, es el «nacimiento» de estos fármacos de quimioterapia tóxica para el cáncer y el SIDA durante la Segunda Guerra Mundial en los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald, entre otros. LA «IG Farben», un cártel empresarial formado por los gigantes Bayer, BASF y Hoechst, era la mayor empresa farmacéutica del mundo. Para consolidar su dominio mundial, se convirtieron en los principales patrocinadores del ascenso de los nazis al poder y se apoderaron de toda la industria química de la Europa ocupada por los nazis.

«[IG] Farben era Hitler, y Hitler era [IG] Farben», resumió el senador americano Homer T. Bone el 4 de junio de 1943 en su informe a la Comisión del Senado sobre Asuntos Militares. En el Tribunal de Crímenes de Guerra de los juicios de Núremberg de 1947, veinticuatro ejecutivos de Bayer y de IG Farben fueron juzgados, y muchos de ellos fueron condenados por crímenes contra la humanidad, entre los que se incluían asesinatos masivos (genocidio) y esclavismo. Telford Taylor, el fiscal principal por EE.UU. en Núremberg, concluyó: «Sin IG Farben, la Segunda Guerra Mundial no hubiera sido posible».

IG Auschwitz, una sucursal al 100% del cártel Bayer/BASF/Hoechst, era la planta industrial más grande de Europa durante la guerra. El cercano campo de concentración de Auschwitz se convirtió en el infame campo de exterminio que llegó a ser gracias al dinero de IG Farben y su banco, el Deutsche Bank.

Decenas de miles de inocentes internados en el campo de concentración de Auschwitz fueron explotados sistemáticamente por estas empresas como mano de obra esclava para su fábrica y como «conejillos de india humanas» para probar los fármacos patentados por Bayer.

La mayoría de estos letales experimentos se realizó con una nueva clase de fármacos, llamados «quimioterapia», desarrollados en los laboratorios de Bayer y patentados por científicos de Bayer. Miles de inocentes de docenas de países murieron en este «genocidio médico» con un único fin: consolidar el monopolio y multiplicar las ganancias del negocio mundial de la industria farmaceutica de IG Farben.

«Debemos impedir a toda costa que los mismos grupos de interés (las multinacionales farmacéuticas) que se beneficiaron de este «genocidio farmaceutica» en los campos de concentración (y que fueron condenados por el Tribunal de Crímenes de Guerra de Núremberg) cometan hoy un genocidio similar a una escala aún mayor mediante la promoción de fármacos tóxicos para el SIDA entre los más pobres entre los pobres, en las aldeas de África y en todo portes del tercer mundo.»

«Bajo el engañoso velo de una falsa hermanita de la caridad, la industria farmacéutica y sus defensores están jugando con la vida de personas inocentes en todo el mundo (en una cantidad que alcanza proporciones de genocidio) con un único propósito: aumentar las ganancias de las inversiones en sus drogas patentadas», dice el Dr. Rath.

«Solo cuando entendamos los orígenes ocultos y la falta de escrúpulos que se esconden tras los motivos de un crimen seremos capaces de comprender sus escalofriantes dimensiones.»

http://www4esp.dr-rath-foundation.org/fundacion/debate_NewYorker.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

También es interesante seguir el hilo de IG Farben. ¿Qué relación tuvo con el imperio Rockerfeller después del juicio de Nuremberg? ¿Y éste con las actuales multinacionales de la farmaindustria?

No son teorías conspiratorias, es tan sólo Historia.