martes, 13 de enero de 2009

SIDA: Una incitación a la Rebelión


Por Jesús García Blanca (extractos)
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“Si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema que ha legitimado la muerte silenciosa”.
Ernesto Sábato. La Resistencia.

Uno de los efectos fundamentales de la Globalización es la extensión infinita de la manipulación.

Una inmensa mayoría de habitantes del planeta se mueve permanentemente en un espacio falseado, prefabricado, controlado... manipulado.

Marcando territorios

Robert G. Murray, Doctor en Medicina: “Si accidentalmente uno ingiere un veneno, la muerte es un accidente. Si se hace a propósito, es un suicidio. Si uno envenena a otro a propósito es asesinato, a no ser que lo ordene un tribunal, en cuyo caso es ejecución”.

La crudeza del planteamiento no es caprichosa.

Los cócteles del VIH son tóxicos celulares inmunodepresores que destruyen los centros vitales de producción de energía y bloquean la actividad bioquímica celular. Solo las referencias escuetas de los trabajos científicos que describen la toxicidad de estos productos ocuparían decenas de páginas.

Añade el Dr. Murray: “¿Cómo se llama a esta clase de envenenamiento prescrito por el médico y voluntariamente tomado por un paciente asustado y desinformado? Al ser prescrito no es un accidente. Como el paciente no desea morir, no es suicidio. Luego, a menos que un tribunal lo haya ordenado, estas muertes me parecen asesinatos. Todo médico debe saber que estos fármacos son, con toda evidencia, venenos mortales; el médico que no comprenda esto es incompetente o negligente”.

Las fronteras se disipan; las fronteras de lo humano y la capacidad para asimilar el horror.

Pandemias terroristas alimentan el Poder

El miedo continúa siendo un motor fundamental de dominación. Y la maquinaria mediática se emplea a fondo para renovar incesantemente nuevas formas de temor, nuevas formas de terror.

Se ha producido una evolución desde el modelo panóptico de control explícito al modelo informático de control implícito. En el primero los enfermos –los diferentes- son encerrados; en el segundo la enfermedad se asume como prótesis porque el encierro está afuera. En el primero, los disidentes son machacados; en el segundo simplemente no existen porque la censura en el régimen llamado “democrático” no puede ser explícita: no se actúa sobre el que habla callándolo, sino sobre los que oyen y sobre los canales de comunicación.

Más claro: se trata de aborregar a los oyentes mediante mensajes cuanto más absurdos más efectivos y bloquear el acceso de los disidentes a los canales de difusión creíbles –o sea: a los Mass Media del sistema.

En cabeza –en primera página- dos agentes generadores de espanto: los microbios y los terroristas. Los nuevos virus, retrovirus y priones causante de terribles enfermedades, y los nuevos terroristas internacionales, fanáticos, fundamentalistas, integristas y kamikaces causantes de asesinatos casi inverosímiles. Pandemias del horror. Pandemias terroristas.

La prueba del terror es el terror sin pruebas

No hay necesidad de aportar pruebas. Son ellos. Los microbios y los terroristas. La culpabilidad se acepta como un acto de fe. En caso contrario, pasas a engrosar la Lista Negra.

El Estado Clínico sentencia y ejecuta.

Elias Canetti: “Los que matan siguen siendo siempre los poderosos”.

Ese es el auténtico bioterrorismo. La amenaza que se cierne sobre millones de seres humanos y que es recordada constantemente en los medios: para tal fecha nosecuantos miles de niños habrán muerto de SIDA en África; en tal año habrá en el mundo tropecientos millones de infectados por el VIH... y así sucesivamente. Terror. Sin pruebas. Terrorismo.

Pensar es desobedecer

En las presentes circunstancias –un Estado de Sitio virtual- la desobediencia no es un derecho como decía Thoreau- es un mecanismo de supervivencia.

Pensar es desobedecer. Ayudar a pensar es fomentar la desobediencia, la rebelión. Y proteger la vida y los derechos fundamentales de los que se habla por ahí Arriba sabiendo perfectamente que son sólo palabras. Arriba –en las instituciones, sesiones, ministerios, gabinetes, cumbres y demás contubernios- son sólo palabras. La posibilidad de que se transformen en hechos, en vida, está aquí Abajo. Y no nos faltan instrumentos.

Como escribe Carlo Fabretti, “ahora tenemos la Red”. Pero la Red por sí sola no va sacarnos las castañas del fuego. Somos nosotros los que tenemos que librar la batalla contra la inercia.

VIH/SIDA: la prueba del algodón de los disidentes

Y en el caso del SIDA, la situación roza los límites de lo grotesco: de un lado tenemos que los propios perpetradores de la versión oficial, no sólo no se la creen –aunque sí la hacen creer- sino que aportan argumentos para desmentirla. El caso extremo, Luc Montagnier, el “descubridor del VIH” dice –con luz y taquígrafos- que no aisló ningún virus y que no estableció que fuese la causa del SIDA.

Pero aún más preocupante es la otra cara de la parodia: la enorme cantidad de (supuestos) “disidentes del sistema” que aceptan a pie juntillas y defienden con uñas y dientes una de las mentiras más infames, torpemente ideada y peor mantenida de los últimos siglos: la pandemia SIDA.

Resulta patético ver como gentes capaces de movilizar energías y ardor guerrero contra la globalización, el racismo, la censura, el pensamiento único o la contaminación electromagnética, se dejan atrapar con pasmosa facilidad por la Religión de la Ciencia, la Fe en el Progreso, los 10 Mandamientos de la Tecnología y el Catecismo de los Circuitos Informáticos a pesar de que todos sabemos que al otro lado de la línea está el Gran Capital.

Epílogo: Instrucciones para la Rebeldía

Voltaire: “en un Estado intolerante, el Príncipe es un verdugo a sueldo del sacerdote”.

En el Estado Neoliberal, el Príncipe es un verdugo a sueldo de las multinacionales.

No es la tolerancia lo que nos salvará en los confines del Imperio. Escribamos entre todos el Tratado sobre la Rebeldía.

Almuñecar, 1 de diciembre de 2001.