Con ocasión de la concesión del Premio “Clean Hands” 2008 de la Sociedad Internacional Semmelweis a Peter Duesberg y Celia Farber, el presidente de la institución, Roland F. Chalifoux Jr., emitió el 1 de junio de 2008 un comunicado de prensa cuyo contenido exponemos a continuación. La nota original puede encontrarse en este enlace
Comunicado de prensa.
En 1847, el Doctor Ignaz Semmelweis fue pionero en la prevención en la transmisión de enfermedades por la práctica del lavado de manos, reduciendo la mortalidad causada por la fiebre puerperal del 12 por ciento a prácticamente cero mediante la obligación del lavado de manos con cal tratada con cloro.
La hipótesis del Dr. Semmelweis fue entonces considerada extrema y ampliamente rechazada y ridiculizada. Cuando rehusó renunciar a sus creencias, el hospital que le empleaba fue presionado para que acabara con sus privilegios clínicos. El único “crimen” de Semmelweis consistía en que él proponía una idea contraria a la mentalidad dominante y que desafiaba las (incorrectas) teorías médicas de su tiempo
A pesar de la continua ridiculización, hostilidad y desempleo, el doctor Semmelweis continuó promoviendo su teoría de forma infatigable, denunciando a veces a los médicos que rehuían lavarse las manos como asesinos irresponsables. Sus contempóraneos concluyeron que estaba loco y en 1865 fue conducido a una institución mental donde fue golpeado hasta morir por sus vigilantes. ( (1) Nota de este blog)
La teoría de Semmelweis fue considerada irrelevante y falsa hasta que Luis Pasteur relacionó los gérmenes con la enfermedad . La profilaxis es hoy considerada una práctica básica en todo el mundo. El rechazo de la comunidad médica a considerar su temprana teoría solo provocó una innecesaria y continua expansión de la enfermedad y la muerte.
Pero la mentalidad trasnochada y reaccionaria no murió con el Doctor Semmelweis en 1865. Médicos sumamente cualificados y competentes, científicos, terapeutas, personal de atención de la salud y empleados gubernamentales siguen sufriendo hoy una venganza similar, motivo por el que asociaciones como la Sociedad Internacional Semmelweis y la Alianza por la Seguridad del Paciente participaron en la reciente Week Whistleblower en Washington.
La Sociedad Internacional Semmelweis reconoce anualmente a título individual a proveedores de atención de salud, investigadores y personal relacionado que han desafiado con continuidad el status quo, que han informado sobre cuestiones a menudo polémicas en cuanto a la salud del paciente y su seguridad. Los galadornados Semmelweis a menudo han tenido que soportar la tiranía de amenazas y venganzas, así como su ruina económica en algunos casos. Sin estos individuos valerosos, la innovación y el progreso en la Medicina, en el servicio público y en la industria serían imposibles.
Uno de los laureados Semmelweis es Peter Duesberg (http: // www.duesberg.com), Profesor de Biología Molecular en la Universidad de California, Berkeley. El doctor Duesberg ha cuestionado legítimamente pero de forma inconformista la conexión entre VIH y SIDA, y más aún, ha planteado cuestiones relativas a la toxicidad documentada de los medicamentos contra el SIDA. Duesberg no defiende la reducción de servicios clínicos o ayuda a Asia o África, sino que simplemente cuestiona la administración de medicamentos que se sabe que comprometen el sistema inmunológico a pacientes cuyos sistemas inmunológicos ya están previamente comprometidos por la pobreza, la desnutrición, las condiciones insalubres, el agua contaminada, el uso de drogas o prácticas sexuales de riesgo.
Si las ideas inconformistas de Duesberg son ciertas, los propios medicamentos utilizados contra el SIDA podrían ser la causa de algunas o todas las cifras estadísticas de muertes por SIDA, estadísticas sobre las que se apoyan las empresas farmacéuticas actualmente para promover la venta de sus medicamentos. Puesto que la Industria farmaceútica antiSIDA ya ha generado más de 200 mil millones de dólares de ingresos procedentes del gobierno de los Estados Unidos al financiar al contribuyente estadounidense, es comprensible por qué aquella misma industria Pharma podría atacar a los individuos que proponen ideas y tratamientos alternativos que podrían salvar la vida de millones de enfermos de SIDA pero sin el uso de sus medicamentos (y, por tanto, con la pérdida de sus beneficios económicos).
Un simple estudio paralelo doble ciego sobre el tratamiento , con una supervisión impecable en la obtención de datos claros y específicos permitiría una aproximación a esta cuestión basada en la evidencia y sería un estándar para la industria, a diferencia de la actual aproximación dogmática. En la era de una Medicina basada en las evidencias, fundamentada en datos reales reproducibles, ¿cómo se explica que las organizaciones que en apariencia persiguen la cura para el SIDA ataquen soluciones alternativas racionales?
Los miembros de la Sociedad Semmelweis Internacional representan los miles de años de maestría médica y práctica. Ellos entienden el poder de las ideas que compiten y la importancia del debate abierto y riguroso. En el caso de VIH/SIDA, al debate se le ha puesto sordina de forma inexplicable por individuos y agencias que se han aprovechado espléndidamente de la histeria relacionada con el VIH/SIDA. La historia nos recuerda que las ideas sólidas son fácilmente defendidas, mientras que las teorías menores sólo pueden ser defendidas con el miedo, con la intimidación y con la burla. Al menos, esas estrategias contra la innovación deberían hacer sonar las alarmas para la comunidad médica que trata a pacientes de SIDA.
La abierta histeria desplegada contra aquellos que simplemente proponen la revisión clínica y absolutamente científica de nuevas ideas debería alarmar a empleados públicos y cargos electos que son responsables de apoyar el derecho de la Primera Enmienda a un discurso racional.
A los contribuyentes americanos no se les ha contado toda la verdad sobre el virus de VIH todavía no identificado ni su discutible relación con la enfermedad de SIDA, mientras que se pasa por alto la conocida toxicidad de los medicamentos utilizados para luchar contra el SIDA. Los contribuyentes se merecen algo mejor y un conocimiento mucho más claro de cómo (y por qué y por quién) se están gastando sus impuestos.
Si el profesor Duesberg y otros están equivocados, nada se pierde. Pero si están en lo cierto, miles, quizás millones de personas de todo el mundo pueden haber muerto debido a las propiedades tóxicas de los medicamentos utilizados en el SIDA y a una mal diagnosticada y mal tratada enfermedad que todavía es poco comprendida.
La Sociedad Internacional Semmelweis no otorga sus premios Manos Limpias a la ligera. En el caso de Doctor Duesberg, es difícil de imaginar a alguien con más merecimiento que él mismo y a la periodista de investigación Celia Farber. Los dos han soportado durante años un ataque personal multicontinental contra sus sustentos, su personalidad y sus familias que no tiene precedentes desde la Inquisición española.
Su único “crimen” es haber preguntado si no hemos cometido un error colosal en nuestra forma de pensar hasta la fecha. Los hechos son que hasta ahora nadie ha sido curado del SIDA ni nadie ha desarrollado ninguna vacuna. Algo anda equivocado. El Dr. Duesberg tiene una idea, una idea contraria; una idea nada más, pero también nada menos.
El “crimen” de Celia Farber es haber informado sobre esta idea contraria en una sociedad en la que la libre expresión está protegida por la Primera Enmienda, o eso pensamos.
Pedimos a nuestro personal electo que no sucumba ante la hostilidad y las presiones que utilizará la farmaindustria para desacreditar y silenciar este debate vital.
En Semmmelweis estamos orgullosos de nuestra decisión de otorgar a Peter Duesberg y Celia Farber nuestro más alta condecoración y les deseamos lo mejor para que continúen buscando respuestas concretas a esta elusiva y mal entendida enfermedad.
(1) Nota de este blog: Aunque tradicionalmente se dice que Semmelweis murió como consecuencia de una infección, la verdad es otra. De acuerdo con un artículo de H.O.Lancaster en Journal of Medical Biography: “Mucho material biográfico se ha escrito sobre Semmelweis, aunque la verdadera historia de su muerte el 13 de agosto de 1865 no fue confirmada hasta 1979 por S. B. Nuland. Después de algunos años de deterioro mental, Semmelweis fue encerrado en un asilo privado en Viena. Allí llegó a ser violento y fue golpeado por el personal del asilo; murió de las heridas infringidas quince días después. De esta forma, se acaba con algunas teorías dramáticas que han circulado incluyendo la de que Semmelweis se hirió e infectó en una autopsia que, de ser verdad , habría constituído un magnífico caso de ironía griega " Ver http://www.whonamedit.com/doctor.cfm/354.html
http://saludydignidad.blogspot.com/2008/09/peter-duesberg-y-el-fanatismo-contrario.html
Comunicado de prensa.
En 1847, el Doctor Ignaz Semmelweis fue pionero en la prevención en la transmisión de enfermedades por la práctica del lavado de manos, reduciendo la mortalidad causada por la fiebre puerperal del 12 por ciento a prácticamente cero mediante la obligación del lavado de manos con cal tratada con cloro.
La hipótesis del Dr. Semmelweis fue entonces considerada extrema y ampliamente rechazada y ridiculizada. Cuando rehusó renunciar a sus creencias, el hospital que le empleaba fue presionado para que acabara con sus privilegios clínicos. El único “crimen” de Semmelweis consistía en que él proponía una idea contraria a la mentalidad dominante y que desafiaba las (incorrectas) teorías médicas de su tiempo
A pesar de la continua ridiculización, hostilidad y desempleo, el doctor Semmelweis continuó promoviendo su teoría de forma infatigable, denunciando a veces a los médicos que rehuían lavarse las manos como asesinos irresponsables. Sus contempóraneos concluyeron que estaba loco y en 1865 fue conducido a una institución mental donde fue golpeado hasta morir por sus vigilantes. ( (1) Nota de este blog)
La teoría de Semmelweis fue considerada irrelevante y falsa hasta que Luis Pasteur relacionó los gérmenes con la enfermedad . La profilaxis es hoy considerada una práctica básica en todo el mundo. El rechazo de la comunidad médica a considerar su temprana teoría solo provocó una innecesaria y continua expansión de la enfermedad y la muerte.
Pero la mentalidad trasnochada y reaccionaria no murió con el Doctor Semmelweis en 1865. Médicos sumamente cualificados y competentes, científicos, terapeutas, personal de atención de la salud y empleados gubernamentales siguen sufriendo hoy una venganza similar, motivo por el que asociaciones como la Sociedad Internacional Semmelweis y la Alianza por la Seguridad del Paciente participaron en la reciente Week Whistleblower en Washington.
La Sociedad Internacional Semmelweis reconoce anualmente a título individual a proveedores de atención de salud, investigadores y personal relacionado que han desafiado con continuidad el status quo, que han informado sobre cuestiones a menudo polémicas en cuanto a la salud del paciente y su seguridad. Los galadornados Semmelweis a menudo han tenido que soportar la tiranía de amenazas y venganzas, así como su ruina económica en algunos casos. Sin estos individuos valerosos, la innovación y el progreso en la Medicina, en el servicio público y en la industria serían imposibles.
Uno de los laureados Semmelweis es Peter Duesberg (http: // www.duesberg.com), Profesor de Biología Molecular en la Universidad de California, Berkeley. El doctor Duesberg ha cuestionado legítimamente pero de forma inconformista la conexión entre VIH y SIDA, y más aún, ha planteado cuestiones relativas a la toxicidad documentada de los medicamentos contra el SIDA. Duesberg no defiende la reducción de servicios clínicos o ayuda a Asia o África, sino que simplemente cuestiona la administración de medicamentos que se sabe que comprometen el sistema inmunológico a pacientes cuyos sistemas inmunológicos ya están previamente comprometidos por la pobreza, la desnutrición, las condiciones insalubres, el agua contaminada, el uso de drogas o prácticas sexuales de riesgo.
Si las ideas inconformistas de Duesberg son ciertas, los propios medicamentos utilizados contra el SIDA podrían ser la causa de algunas o todas las cifras estadísticas de muertes por SIDA, estadísticas sobre las que se apoyan las empresas farmacéuticas actualmente para promover la venta de sus medicamentos. Puesto que la Industria farmaceútica antiSIDA ya ha generado más de 200 mil millones de dólares de ingresos procedentes del gobierno de los Estados Unidos al financiar al contribuyente estadounidense, es comprensible por qué aquella misma industria Pharma podría atacar a los individuos que proponen ideas y tratamientos alternativos que podrían salvar la vida de millones de enfermos de SIDA pero sin el uso de sus medicamentos (y, por tanto, con la pérdida de sus beneficios económicos).
Un simple estudio paralelo doble ciego sobre el tratamiento , con una supervisión impecable en la obtención de datos claros y específicos permitiría una aproximación a esta cuestión basada en la evidencia y sería un estándar para la industria, a diferencia de la actual aproximación dogmática. En la era de una Medicina basada en las evidencias, fundamentada en datos reales reproducibles, ¿cómo se explica que las organizaciones que en apariencia persiguen la cura para el SIDA ataquen soluciones alternativas racionales?
Los miembros de la Sociedad Semmelweis Internacional representan los miles de años de maestría médica y práctica. Ellos entienden el poder de las ideas que compiten y la importancia del debate abierto y riguroso. En el caso de VIH/SIDA, al debate se le ha puesto sordina de forma inexplicable por individuos y agencias que se han aprovechado espléndidamente de la histeria relacionada con el VIH/SIDA. La historia nos recuerda que las ideas sólidas son fácilmente defendidas, mientras que las teorías menores sólo pueden ser defendidas con el miedo, con la intimidación y con la burla. Al menos, esas estrategias contra la innovación deberían hacer sonar las alarmas para la comunidad médica que trata a pacientes de SIDA.
La abierta histeria desplegada contra aquellos que simplemente proponen la revisión clínica y absolutamente científica de nuevas ideas debería alarmar a empleados públicos y cargos electos que son responsables de apoyar el derecho de la Primera Enmienda a un discurso racional.
A los contribuyentes americanos no se les ha contado toda la verdad sobre el virus de VIH todavía no identificado ni su discutible relación con la enfermedad de SIDA, mientras que se pasa por alto la conocida toxicidad de los medicamentos utilizados para luchar contra el SIDA. Los contribuyentes se merecen algo mejor y un conocimiento mucho más claro de cómo (y por qué y por quién) se están gastando sus impuestos.
Si el profesor Duesberg y otros están equivocados, nada se pierde. Pero si están en lo cierto, miles, quizás millones de personas de todo el mundo pueden haber muerto debido a las propiedades tóxicas de los medicamentos utilizados en el SIDA y a una mal diagnosticada y mal tratada enfermedad que todavía es poco comprendida.
La Sociedad Internacional Semmelweis no otorga sus premios Manos Limpias a la ligera. En el caso de Doctor Duesberg, es difícil de imaginar a alguien con más merecimiento que él mismo y a la periodista de investigación Celia Farber. Los dos han soportado durante años un ataque personal multicontinental contra sus sustentos, su personalidad y sus familias que no tiene precedentes desde la Inquisición española.
Su único “crimen” es haber preguntado si no hemos cometido un error colosal en nuestra forma de pensar hasta la fecha. Los hechos son que hasta ahora nadie ha sido curado del SIDA ni nadie ha desarrollado ninguna vacuna. Algo anda equivocado. El Dr. Duesberg tiene una idea, una idea contraria; una idea nada más, pero también nada menos.
El “crimen” de Celia Farber es haber informado sobre esta idea contraria en una sociedad en la que la libre expresión está protegida por la Primera Enmienda, o eso pensamos.
Pedimos a nuestro personal electo que no sucumba ante la hostilidad y las presiones que utilizará la farmaindustria para desacreditar y silenciar este debate vital.
En Semmmelweis estamos orgullosos de nuestra decisión de otorgar a Peter Duesberg y Celia Farber nuestro más alta condecoración y les deseamos lo mejor para que continúen buscando respuestas concretas a esta elusiva y mal entendida enfermedad.
(1) Nota de este blog: Aunque tradicionalmente se dice que Semmelweis murió como consecuencia de una infección, la verdad es otra. De acuerdo con un artículo de H.O.Lancaster en Journal of Medical Biography: “Mucho material biográfico se ha escrito sobre Semmelweis, aunque la verdadera historia de su muerte el 13 de agosto de 1865 no fue confirmada hasta 1979 por S. B. Nuland. Después de algunos años de deterioro mental, Semmelweis fue encerrado en un asilo privado en Viena. Allí llegó a ser violento y fue golpeado por el personal del asilo; murió de las heridas infringidas quince días después. De esta forma, se acaba con algunas teorías dramáticas que han circulado incluyendo la de que Semmelweis se hirió e infectó en una autopsia que, de ser verdad , habría constituído un magnífico caso de ironía griega " Ver http://www.whonamedit.com/doctor.cfm/354.html
http://saludydignidad.blogspot.com/2008/09/peter-duesberg-y-el-fanatismo-contrario.html
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