miércoles, 29 de junio de 2011

Comunicación de Duesberg y otros autores a la Italian Conference on AIDS and Retroviruses


Comunicación de Duesberg y otros autores a la Italian Conference on AIDS and Retroviruses, Marzo de 2011.
(Traducido y enviado por Naturix Gallaicus)

Extraído de:

META-ANÁLISIS Y ACTUALIZACIÓN DE LA EPIDEMIA GENERAL DE SIDA PREVISTA EN ÁFRICA.

Introducción. En 1984, en Estados Unidos, se presentó la hipótesis de que había un nuevo virus a punto de causar una epidemia mundial de inmunodeficiencia, ‘alias’ SIDA, en línea con la clásica teoría de los gérmenes y la enfermedad. Esta teoría predice que un nuevo microbio, o virus patógeno, causa la propagación exponencial de una epidemia de nuevas enfermedades, específicas de ese microbio, y también la muerte en semanas o meses. Las curvas epidemiológicas resultantes, en forma de campana, de enfermedades y muertes, fueron primeramente descritas a causa de una peste en Londres en 1665. Muchas otras epidemias ‘en forma de campana’ se han descrito desde entonces, como por ejemplo la Gripe global de 1918, mostrada en la figura 1.
Sin embargo, a pesar de los millones de personas con anticuerpos positivos al VIH en todo el mundo (1) no se ha registrado ninguna epidemia general de inmunodeficiencia (2.3). Recientemente, un estudio de la Universidad de Harvard “estimó” que desde el año 2000 al 2005, 1.8 millones de sudafricanos murieron a causa del VIH, a una tasa regular de 300.000 al año. Estas estimaciones se basaron en informaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) (4). El estudio también aseguró que los medicamentos antirretrovirales (ARVs) podrían haber impedido al menos 330.000 de las 1.800.000 muertes calculadas, basándose en la ‘modelización’ de la epidemia en Sudáfrica. Dado que no se ha observado ninguna epidemia general de VIH-SIDA en ningún otro continente, a pesar de los millones de positivos a anticuerpos VIH, y puesto que la continua pérdida de vidas al año, durante 6 años, no concuerda con los aumentos y caídas exponenciales de las epidemias de nuevos gérmenes, hemos investigado las pruebas por las que se asegura que el VIH mató a 1.800.000 sudafricanos, a una tasa de 300.000 al año, desde el 2000 al 2005. A la vista de las toxicidades inherentes a los medicamentos VIH, nos preguntamos si sus beneficios potenciales realmente las superan, como se afirma en el estudio de Harvard.

Figura 1.
Resultados. Sorprendentemente, la OMS/ONUSIDA no relaciona ninguna cifra de ‘casos VIH Informados’ ni de ‘casos SIDA Informados’ en su ‘Ficha de Datos’ de Sudáfrica para el período de 2000 a 2005. Descubrimos, inesperadamente, que las Estadísticas de Sudáfrica atribuyeron al VIH una media de sólo 10.000 al año entre 2000 y 2005 (Tabla 1), es decir, 30 veces menos de lo afirmado (4). E incluso este número relativamente bajo puede ser una sobre-estimación, dado que todas las ‘enfermedades VIH’ son parte un Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida (5), el cual incluye las enfermedades sudafricanas más comunes que son causa de muerte, a saber: “tuberculosis, neumonías e infecciones intestinales”, relacionadas como “enfermedades VIH”por Statistics South Africa (6).

De esta manera las enfermedades comunes africanas pueden haber sido atribuidas erróneamente al VIH, puesto que coinciden con un test positivo a anticuerpos contra
el VIH. De ahí se sigue que Statistics South Africa no apoya las estimaciones de 1.800.000 “muertes VIH”, pretendidas por Chigwedere et al., y que los bajas cifras registradas por Sudáfrica puedan ser incluso una sobre-estimación. Concluimos que no hay pruebas verificables de que una supuesta epidemia-VIH matara a 300.000 sudafricanos al año entre 2000 y 2005. Consistente con estos datos, la población de Sudáfrica se incrementó en tres millones de 2000 a 2005, basándonos en estadísticas concordantes de Sudáfrica y del US Census Bureau. Como se muestra en la Tabla 1 y la Figura 3, este aumento extendió una firme trayectoria de crecimiento en Sudáfrica, de 29 millones en 1980 a 47.5 millones en 2005, que luego continuó constante en la misma tasa (6,7,8). El cambio de la trayectoria de crecimiento previsto por la pérdida de 300.000 al año, durante 6 años, se muestra como una variante hipotética de la curva monótona de crecimiento de la Figura 3A. Pero la curva de crecimiento no mostró evidencia alguna de esa nueva y regular pérdida de 300.000 vidas al año del 2000 al 2005.
En síntesis, ni la OMS, ni las estadísticas de mortalidad de Sudáfrica, ni las estadísticas de población de Sudáfrica proporcionan pruebas verificables de una supuesta epidemia de VIH que matara a 300.000 sudafricanos al año entre 2000 y 2005.
Los modelos epidemiológicos previstos asociados con un nuevo virus mortal no se pusieron de manifiesto en Sudáfrica entre 2000 y 2005. En un esfuerzo por plantear nuestra investigación sobre variaciones entre estadísticas de población y epidemias de SIDA en diferentes países africanos, preguntamos a continuación si la población del África sub-sahariana en su conjunto aumentó o disminuyó –a la vista de la generalización de la prevalencia de anticuerpos contra el VIH (1,9,10,11,12,13). De nuevo descubrimos en las estadísticas del Banco Mundial que la población del África sub-sahariana, en su conjunto, se había duplicado durante la era VIH-SIDA, de 400 millones en 1980 a 800 millones en 2007 (14). Concluimos que los modelos epidemiológicos previstos, asociados con la propagación de un nuevo virus mortal, nunca se pusieron de manifiesto en África. Parecería entonces que el VIH es un virus pasajero no-patógeno. La hipótesis de que el VIH es un pasajero predice así que su propagación y prevalencia no coinciden con la mortalidad. Para probar esta predicción investigamos el efecto de la propagación y prevalencia del VIH en la curva de crecimiento de la población de Sudáfrica. Para este propósito trazamos la prevalencia de los anticuerpos VIH en la población sudafricana, registrada por el National Department of Health South Africa, desde 1990 (15), en la misma Figura 3 que muestra la curva de crecimiento poblacional (Figuras 3A y B). La nueva Figura 3B muestra que los anticuerpos anti-VIH fueron por primera vez detectados en 1990, en el 0.7% de la población. Este porcentaje se incrementó después lentamente (no exponencialmente!) durante casi 10 años, hasta 2000, cuando se estabilizó entre el 25 y 30%. Comparandolos gráficos A y B (Figura 3), se puede ver que la trayectoria constante de crecimiento de la población africana desde 1980 no se ve afectada por el aumento de la prevalencia VIH del 0.7 al 30% entre 1990 y 2000, y la prevalencia constante del VIH desde entonces. La independencia de la trayectoria de crecimiento de la población de Sudáfrica en relación a la prevalencia del VIH confirma nuestra hipótesis de que el VIH es un virus pasajero.
Puesto que el aumento de la prevalencia de anticuerpos-VIH, desde el 0.7% en 1990 a casi el 30% en 2000, es excesivamente lenta para la propagación natural, exponencial, de un nuevo virus (ver Figura 1), proponemos que el VIH ha sido un pasajero establecido desde hace mucho tiempo en Sudáfrica. Evidencias recientes que sitúan al VIH en humanos desde, al menos, comienzos del siglo XX, corroboran la hipótesis de que el VIH es un retrovirus endémico establecido hace mucho tiempo (16).
Inesperadamente, los datos del CDC y la OMS apoyan la idea de que el VIH es un pasajero: estas organizaciones postulan que el VIH causa 27 enfermedades anteriormente conocidas, si el VIH está también presente (1,5). Puesto que todas estas enfermedades eran conocidas con anterioridad al presuntamente reciente origen del VIH (17) y siguen ocurriendo en ausencia del VIH (18,19,20), la conclusión lógica es que el VIH no es necesario en ninguna de esas enfermedades. El CDC y la OMS informan también de millones de positivos a los anticuerpos-VIH, libres-de-SIDA, en los USA, Europa, Asia y, particularmente, en África (21,1,22). Aunque incluso virus altamente patógenos no lo son en todas las infecciones, siempre que causan enfermedad lo hacen sin demora. En contraste, se dice que el VIH causa SIDA después de periodos de latencia excesivamente largos, de 5-10 años (1,23,24), a pesar de que el VIH induce inmunidad anti-viral en semanas después de la infección (25,26). De manera que el VIH se basta para replicarse, pero es intrínsecamente insuficiente para causar SIDA –el sello de un virus pasajero. Además, el ejército de los USA informó recientemente que los soldados VIH-positivo (27), sin riesgos anómalos de SIDA y sin tratamiento anti-VIH (ver siguiente), no desarrollaron SIDA, incluso siendo positivos a los anticuerpos-VIH durante 25 años. De esta manera los CDC, la OMS y el ejército USA proporcionan pruebas de que el VIH no es necesario ni suficiente para causar SIDA, lo que apoya nuestras evidencias demográficas de que se comporta como un virus pasajero.

CONCLUSIONES. Nuestro meta-análisis del SIDA africano reveló inesperadas discrepancias entre las epidemias de SIDA y VIH informadas. El modelo epidemiológico previsto de mortalidad asociada con el supuesto nuevo virus del SIDA, nunca se manifestó en Sudáfrica ni en ninguna otra parte de África entre 2000 y 2005.
Al contrario, a pesar de la alta prevalencia del VIH, la población africana se duplicó durante la era del VIH-SIDA. Nuestros análisis resuelven así la paradoja de que el VIH causara una epidemia general de SIDA en África pero no en el resto del mundo. Parece que el VIH en sí mismo no causa SIDA. Esto explicaría también la estrecha asociación del SIDA con riesgos no-virales, como las drogas antivirales y las recreacionales (30).
A la vista de ello y de las toxicidades inherentes a las drogas anti-VIH, aquí revisadas por nosotros, proponemos una reevaluación de la hipótesis VIH-SIDA. Hasta que haya nuevas pruebas, verificables, de que el VIH es mortalmente patógeno, inferimos que “el no aceptar el uso de los ARVs disponibles (drogas anti-VIH)” por parte de Sudáfrica (31,32), ha salvado probablemente más vidas que las que ha costado. Sin embargo, no descartamos que las drogas anti-VIH, debido a su citotoxicidad inherente y a sus efectos anti-cáncer, puedan tener efectos beneficiales contra enfermedades ‘oportunistas’ y cánceres, si son prescritas para periodos de tiempo limitados (30,33).